jueves, 28 de mayo de 2020

Siete muertes para un desahucio

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Ha pasado tiempo.

Ha pasado el tiempo y los recuerdos también se han ido actualizando. Nos hacemos menos jóvenes.
Ocurre que tenía una historia en el cajón desde hace tiempo y estas semanas he decidido volver a él.  Retornar al Alberto de hace tres o cuatro años me ha reconfortado y me ha puesto delante de un texto que me ha hecho vibrar como la primera vez. Y perdonad que lo parezca, pero esta última frase no tiene nada que ver con el marketing. Tiene que ver la idea que tengo del arte y, por ende, de la literatura. Es la manera más intensa que tenemos algunos de volver a vivir.
Porque, para mí, la literatura es lo que me hace recordar. Es melancolía. Añoranza.
Porque, para mí, la literatura debe ser entusiasta.
Por eso mis libros son como son, desde el primero hasta el último. Por eso a algunos os gustan y a otros tantos lo contrario. Porque hay muchas maneras de vivir el arte, tan diferentes y tan válidas.

Ha pasado tiempo y os traigo Siete muertes para un desahucio.
¿Que podéis encontraros en él? Mirad:


El protagonista acaba de recibir el último aviso: en unos días embargarán su casa.
 
Acaba de llegarle su último aviso: en unos días embargarán su casa. El protagonista, sin nombre y con dos sombras, decide escribir qué le ha llevado a tal situación. Enumera siete momentos, siete muertes. ¿Cuántas y cuáles serían las tuyas?
La primera, nada más nacer: una meningitis le deja sin audición en un oído.
La segunda, a los veinte, un 11 de marzo del 2004: estación de tren de Vallecas y varias bombas.
La tercera: el Messenger de Windows, dos chicas y varias mentiras.
La cuarta: la muerte de un familiar tras una larga enfermedad.
La quinta: una muerte que no es, un pueblo engañado y él en medio.
La sexta: amenazas, pobreza y navajas.
La séptima: la policía fuera esperando a que abra la puerta de una casa que ya no es suya.
Siete muertes para un desahucio intenta narrar si es posible, y probable, errar en una época en la que todos los sueños podían hacerse realidad.

He vuelto a hacerlo autopublicándome porque por qué no y por otras tantas razones. Otro será el momento para estar en el circuito tradicional, que tan bien me ha tratado y en el que he vivido tanto.
Al menos aquí os puedo poner el precio más bajo que he considerado justo.
Si has comprado el libro, ¡gracias! Si has llegado hasta aquí, ¡gracias! Si me dejas un comentario sincero en Amazon, a tus pies. Eso hará que otros me curioseen. Porque no hay manera mejor, por desgracia.

Volveremos a vernos.

Lo podéis comprar en físico y en digital aquí: Siete muertes para un desahucio.

Os quiero.



 

La letra permanece © 2012

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