Cuando comencé a escribir esta historia lo tenía claro: a partir de una idea compartida, la de una chica capaz de alterar el tiempo y el espacio, surgió todo un árbol de personajes y vidas compartidas.
Iba a escribir una aventura, una de esas de traiciones, relaciones y un puntito de magia. Además, quería aprovecharla para explicar lo que ocurrió en El amargo despertar, mi primera novela.
La concluí tras el año de rigor. Abbigail: El amargo renacer es mi novela más larga, ambiciosa y lejana de mi imaginario que he escrito hasta ahora. Aunque, es verdad, la memoria, el olvido y la melancolía han vuelto a guiar a mis palabras.
Os presento un mundo río, un lugar en forma de cruz con familias poderosas y empobrecidas, con religiones y deidades diferentes, con ambiciones casi opuestas que llenan de conflicto casi cada página. Espero que os guste, que os atrape, y que compartáis la lectura conmigo, con vuestra gente, con Amazon o con Goodreads.
Os dejo la sinopsis:
Abbigail lleva encerrada centenas de vidas en una cueva al norte del Norte. Solo recuerda la oscuridad y a Yasuo, su protector. Un día alguien llega hasta ella, ve que tiene un reloj en su antebrazo, sonríe y muere, dejando su celda abierta. Su nueva vida es el detonador para que el mundo con forma de cruz latina en el que vive cambie por completo.
Vivirás las filias y las fobias de un mundo en decadencia en el que las personas no envejecen. Recorrerás un Norte tecnócrata gobernado por la única persona capaz de engendrar. Un Sur desértico llevado por una familia de locos. Un Este dominado por un ser que ha convencido a millones de que no se muevan. Un Oeste en el que viven jóvenes que odian y esclavizan a los ancianos.
Abbigail: El amargo renacer narra la otra cara del mundo que describí en El amargo despertar. Dividido en ocho secciones, dos por cada punto cardinal, leerás cómo el ser humano se enfrenta al miedo, a la esperanza, al amor, al frío y al calor, al hambre, a la codicia o a la muerte, perdiendo en el camino parte de su identidad.
En otro orden de cosas, quizás os hayáis dado cuenta de que he desaparecido de la red. Borré voluntariamente mis cuentas en las redes sociales, borré también con ello la inmediatez y el contacto con muchos y con muchas cosas. He vuelto a leer leyendo contraportadas. He vuelto a informarme con la radio. He vuelto a usar el teléfono para llamar.
Estoy bien. Os quiero.