Estamos de enhorabuena. Hoy, un buen puñados de editoriales están apostando por el género, y otro buen puñado de lectores arriesgan sus euros con solo ver su nombre. Cuando esta situación era solo un sueño, hace no muchos años, José Miguel Vilar—Bou había escrito novelas tan notables que lo segundo que suelo hacer cada vez que hablo con un editor es si alguna vez había leído Alarido de Dios, por si tuvieran el valor de reeditarlo. Sería un éxito rotundo hoy en día.
A lo que vamos. José Miguel acaba de escribir lo siguiente en su Facebook:
Hace un año me encontré en el suelo de un centro comercial esta libreta. Alguien la había perdido y estaba por estrenar. Al hojear sus páginas en blanco pensé que sería bonito llenarlas, pero ¿con qué? Yo llevaba mucho tiempo sin escribir y estaba en paz con eso. Pero curiosamente, como si este encuentro casual hubiese abierto algún tipo de espita en mí, a los pocos días me descubrí garabateando unos versos en la primera de esas hojas. O más bien una reflexión, una meditación, no sé. En todo caso algo que se me escapó del cuerpo sin verlo yo venir. A ese le siguió otro, y otro. Yo no era consciente de llevar todo ese caudal acumulado dentro. Sin esfuerzo, sin lucha, a lo largo de un año la libreta se fue llenando hasta la última página de poesía: La forma más pura, esencial de escritura. ¿De dónde salieron estos versos, esas imágenes? Creo que son la sustanciación de las lecturas, vivencias y reflexiones de estos últimos años. La parte visible de un proceso íntimo de búsqueda. Quizá tiene sentido juntarlos en un libro, al que he titulado “Puro ser”. Lo he autopublicado en Amazon al menor precio que el formato digital permite para que esté a disposición de quienes sientan curiosidad por mi trabajo. Aquí los dejo. Por supuesto, se agradece la difusión:
Yo solo soy un mandado. Jose, por favor, estate en paz, pero estate en paz escribiéndo(nos).
Sed felices.