viernes, 16 de octubre de 2015

Si pudiera

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Si pudiera recordar quiénes eran los que me tiraron la pelota de goma de la bola del mundo.
Si pudiera acariciar a la hermana de mi abuela, sorda, en su escaño.
Si pudiera guardar las últimas palabras de mi abuelo, o las de mi tío Luis, o lo que le escribí a Cruz justo antes de que nuestro perro le buscara en la tumba.
Si pudiera obviar lo que me costó aprobar canto o a dónde se fueron algunas amistades.
Si pudiera hacer desaparecer el dolor de la peritonitis.
Si pudiera eliminar las lágrimas que derramé debajo de aquel coche a dos calles de la mía o volver a escribir mi primera dedicatoria.
Si pudiera conseguirlo todo, no me importaría dejarlo atrás para saber la razón por la que llorabas tanto, hija, después de darte todos nuestros abrazos.
Si pudiera, hija.
Si pudiera.

miércoles, 7 de octubre de 2015

Segundas partes

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Dicen que se venden libros con el paso del tiempo. Uno va a las librerías y ve cómo las portadas cambian de lugar y los lugares cambian de portada. A veces, las circunstancias también cambian. Eso me ha pasado a mí hace unas semanas, y me hace apreciar, aún más, la literatura. Ya sabéis que la valoro como una gran herramienta para mirar atrás. Ahora mismo hay tres textos míos en la calle.
  
 No serás nadie, ya en su segunda edición.
      Quasar, con la segunda edición recién estrenada.

                                                          

        El amargo despetar, con buenas noticias aún por venir.

Dicen que se venden libros con el paso del tiempo. A mi nivel, eso parece, aunque las circunstancias cambien, o no lo hagan. Por cierto, vuelvo a La Gavia para acompañar a un buen amigo en su presentación.





 

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