No soy amigo de Sergio Moreno. Sergio y yo nos pasamos juntos el Zelda de la Gameboy cuando apenas sabíamos multiplicar. Sergio y yo aprendimos juntos a tocar la guitarra, aunque él formó un grupo y fue de gira alguna que otra vez, mientras que yo nunca pasé de unos acordes. Sergio y yo también tenemos en común esto de escribir. Me adelanté yo, es verdad. Publiqué y giré algunos veranos, mientras él escribía novelas para su uso y disfrute y relatos para algún que otro concurso. Ahora me ha vuelto a adelantar, como cuando se pasó el Zelda antes que yo. Y ya nadie le podrá parar. De eso se trata, y no hay razón para no contaros la verdad.
También tengo que deciros que nunca me gustaron mucho los relatos. Bueno, no es que no me gusten, he leído decenas de cientos y me han ayudado a ser quién soy ahora. Es que ninguna antología está entre mis trescientos libros favoritos. Hasta ahora, maldita sea. Los relatos de Susurros de sótano y desván tienen como hilo en común el miedo y que merecen la pena ser leídos. Por cualquiera. Yo no sé explicarlo, pero en muy pocas páginas Sergio ha conseguido llenarme de angustia media docena de veces. Hace un par de años vi en el cine Gravity, y me llené de angustia. Aunque sean productos muy diferentes, la sensación ha sido idéntica. Temblé cuando Aisha terminó Un nombre para mi hermanito, cuando me enteré qué le pasaba a Sandra en Vuelven, cada simple palabra en Cenizas (quizá lo mejor que he leído desde el Subsuelo de Luján, hace ya más de un año), cuando intuí el horror en El gran evento, cuando Laura soñó en Cambio de planes y cuando llegué al acantilado con el protagonista de Hijo.
Es todo tan intenso que te ablanda. Todos mis hurras, Moreno.
4 comentarios:
La mejor reseña que me podían hacer. Mil gracias, compañero. :)
Gracias a tí. Para arriba, compañero.
Lindas palabras de escritor a escritor, de corazón a corazón. Gracias por vuestros textos y sobre todo por vuestros sentimientos. Avanti, sempre avanti!
Dedo d avanti y dedo d prieto, jefe ;)
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