martes, 28 de febrero de 2012

Educar

2comentarios
Soy maestro y me paso la mayor parte de mi vida en conflicto. Que nadie se lleve a engaño: ser profesor de escuela implica ayudar en las disputas de un gran número de personas que aún no saben resolverlas por sí mismas. Así minuto a minuto, cada uno de ellos con dos o tres chavales distintos. Si uno se libra de uno de esos podrás asomarte a otros asuntos también importantes como los contenidos, las reuniones ―con compañeros y con padres―, adaptaciones curriculares, circulares, papeleos o juntas de evaluación. Todo tremendamente extenuante.

Como Murakami en De qué hablo cuando hablo de correr, pretendo equiparar mi hobby (la escritura) y mi trabajo. La mayor diferencia es que al japonés el dinero se lo da su grafía. Escribir también es resolver conflictos, es ordenar lo que por definición es caos. Todo ese proceso es tan sorprendente como absorbente. Si alguna vez has oído hablar de las sorpresas que dan los personajes a sus autores, es cierto. Aunque tu trabajo es llevar tu universo a marcos para ti cómodos, ese cosmos está en continua revolución. Y no solo los personajes: también las situaciones, los diálogos, el entorno o las mismas palabras (díscolas cada segundo de existencia).
Que nadie se lleve a engaño: escribir es un proceso agotador. Y sí: vivo agotado. Y doy gracias.

Os saluda,
Alberto.

domingo, 12 de febrero de 2012

Sobre la lectura

2comentarios
Para mí leer solo tiene un significado: disfrutar. Por lo tanto, dejo para otro vocablo el acto de juntar letras por obligación, estudio, trabajo y demás (antónimos ellos). Todos queremos ser felices, eso es un acto humano incontestable. La manera de conseguirlo es lo que nos distingue los unos de los otros.

Tal arriesgada afirmación tiene su contrapartida: no considero el acto de leer algo inmensamente bello que hace a las personas mejores. Las hace divertirse, al igual que otros consiguen el mismo efecto cantando, bailando, amando, trabajando o incluso odiando. Allá cada cual. Y como pienso que leer es simple y llanamente eso, tampoco busco en la literatura algo de más envergadura. Quiero decir que no busco como objetivo final de mis lecturas el mejorar como ser humano. Y es por ello que en las conversaciones profundas, de marcado estilo crítico, yo siempre suelo callar y escuchar. Me da igual si, al leer una novela, los demás la tachen de best seller. Me sorprendo si oigo a alguien decir que tal autor no ha evolucionado y siempre está escribiendo lo mismo. Incluso me enfado si leo que algunas de mis novelas favoritas no están a la altura, ni siquiera, del llamar mi atención. Curioso que mucha de esa gente luego defienda sus gustos contradiciéndose a sí mismos.

A mi los libros me gustan o no, me entretienen o no. Si consiguen de mí lo primero y, aparte, es un tratado crucial de la postmodernidad o es un ejemplo a seguir por los peores juntaletras, estupendo. Si es justo lo contrario, estupendo igualmente. Habré aprovechado mi tiempo, al igual que mi vecino maquinavaja también lo haya hecho jugando a los dardos, viendo un partido de su equipo favorito o visitando a su amigo enfermo en el hospital.

Os saluda,
Alberto.

sábado, 4 de febrero de 2012

La memoria de un paisaje

2comentarios
Memoria es mi palabra favorita. La tuya será otra, posiblemente. Libertad, un vocablo en alza estos días, podría ocupar el lugar más alto del podio. A mi no me gusta, quizás al ver cómo muchos la usan como bomba de racimo. En general con memoria noto lo contrario: las gentes que la usan tienen un porte sombrío, cansado. Miran al cielo a menudo. Y yo, aún joven, veo como mis recuerdos se me escapan. Y también miro al cielo apesadumbrado.

Es por eso que escribo, quizás. Para mantener visible lo que pronto desaparecerá. Es por eso que me gusta volver al pasado de la única forma que puedo: volviendo al paisaje. El paisaje es lo inamovible, el tren que siempre vuelve.

Por eso me lleno de dolor cuando veo que, al escribir, las descripciones pasan deprisa. Más deprisa de lo que quisiera. De todas maneras, es obligación del lector el de poner sus colores a mis palabras. Las mías son mías, e importan a poca gente. Las de ellos, además, tienen más color que el blanco de la nieve de mi infancia. La nieve del norte de León. La que comparto memoria con Julio Llamazares, mi escritor favorito. Os dejo con él. Y con un paisaje compartido.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/esta-es-mi-tierra/esta-tierra-leon-memoria-nieve/671180/

Os saluda,
Alberto.
 

La letra permanece © 2012

Blogger Templates by Splashy Templates